La batalla cultural forma parte de la guerra: empezó antes que los combates armados y seguramente proseguirá después. El Gobierno del presidente Volodimir Zelenski sostiene que el objetivo final del autócrata ruso Vladimir Putin es modificar la narrativa de la nacionalidad ucraniana, y que, por esa razón, peligran su naturaleza y sitios históricos. Ese acervo incluye desde bosques de hayas hasta capillas de madera: siete de estos bienes forman parte de la lista del Patrimonio Mundial que custodia la Unesco, agencia de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Se trata de una colección de hechos y lugares de valor sustancial para el cristianismo ortodoxo, y la memoria de las relaciones riquísimas entre el este y el oeste europeos. Su preservación interesa a los ucranianos, pero su pérdida afecta a toda la humanidad, y a esta altura de la invasión la Unesco ya constató alrededor de 53 víctimas culturales entre plazas, edificios y templos.
Los números reales son mayores, según los cálculos de Oleksandr Tkachenko, ministro de Cultura y Política de Información de Ucrania. En sus redes sociales, el funcionario expuso que su cartera detectó incidentes en 135 puntos y advirtió que las tropas rusas estaban vandalizando los monumentos que encontraban a su paso. La Unesco indicó que los perjuicios de mayor calado corresponden al área oriental del país, que soporta los ataques más cruentos desde el 24 de febrero, cuando comenzó la invasión.
La agencia de las Naciones Unidas lleva adelante un monitoreo vía satélite y un procedimiento de señalización enfocado prioritariamente en la protección de los bienes ucranianos incluidos en la nómina del Patrimonio Mundial. El listado abarca las ruinas de una antigua polis griega en Crimea; la catedral de Santa Sofía y un monasterio con templos subterráneos en Kiev; el casco histórico de la ciudad de Lviv; la residencia de sacerdotes bukovinos y dálmatas en Chernivtsi, y una serie de templos de madera enclavados en el cordón montañoso de los Cárpatos (ver detalle por separado). A ello se suman los ejemplares de antiguos bosques de hayas que Ucrania comparte con otras 17 naciones de Europa y un hito del Arco Geodésico de Struve, el estudio científico colaborativo sobre la curvatura de la Tierra que permitió establecer su forma exacta.
“La cultura no puede ser apolítica”, manifestó este jueves Tkachenko a sus pares de la Unión Europea. En esa reunión, los responsables de Cultura se comprometieron a volcar recursos para la preservación y la reconstrucción. Pero Tkachenko y la administración del presidente Zelenski reclaman una acción diplomática concreta: la expulsión de los invasores de la Unesco y el boicot a la celebración de la sesión número 45 del Comité del Patrimonio Mundial programada para junio en la ciudad rusa de Kazán. El ministro sostiene que esta mesa, que entre otras funciones revisa la situación de los 1.154 bienes listados, debe reunirse en Lviv para evaluar in situ los daños causados por la guerra.
La demanda de Ucrania ha de ser resuelta por los 21 países representados en el Comité que preside precisamente Rusia y entre cuyos miembros está la Argentina. La decisión de sesionar en Kazán había sido tomada en julio de 2021 a partir de una invitación de Putin. El reclamo para mudar la reunión comenzó a ganar apoyos entre los aliados de Kiev. El influyente Centro Simon Wiesenthal solicitó la reconsideración de la sede en atención a la brutalidad desplegada por Rusia. “Es inconcebible que los autores de esta invasión bárbara sean anfitriones del Comité encargado de cuidar el patrimonio de la humanidad”, expresó la semana pasada Nadine Dorries, secretaria de Cultura de Reino Unido. Zelenski por su parte enfatiza que su nación también ganará la lucha en el terreno de lo intangible. Tras la destrucción de la Plaza de la Libertad en Kharkiv, al inicio de los bombardeos, el presidente prometió que todos los espacios públicos llevarán su nombre para recordar el valor supremo del pueblo ucraniano.
1 / Antigua ciudad griega en Crimea
La “Pompeya ucraniana” afronta el riesgo de convertirse en una “Troya rusa”
Las ruinas de Quersoneso se remontan al siglo VI antes de Cristo y dan testimonio de la existencia de un asentamiento griego con una dinámica comercial intensa en la península de Crimea, en las cercanías de la ciudad de Sebastopol -foto de la derecha-. El complejo incluye seis espacios con restos urbanos (edificios públicos y residencias) y tierras agrícolas (“chora”), donde estaban los viñedos que hicieron de Quersoneso el centro vitivinícola más productivo del Mar Negro. Según la Unesco, el conjunto brinda un ejemplo destacado de organización territorial democrática vinculada a una antigua polis, reflejo de la organización social de la ciudad.
Este sitio arqueológico magnífico fue incorporado a la lista del Patrimonio Mundial en 2013, un año antes de que el autócrata Vladimir Putin anexionara la península de Crimea. Desde entonces, los estudiosos y defensores de Quersoneso mantienen una disputa por el criterio de conservación, y alegan que Putin pretende transformar “la Pompeya ucraniana” en una “Troya rusa”. Sucede que se cree que fue bautizado allí, en el año 988, el príncipe Vladimir, líder del estado medieval de Kievan Rus, quien introdujo el cristianismo en las actuales Rusia y Ucrania. Según The Guardian, Putin ha citado este hecho para argumentar que Crimea fue la cuna de la civilización rusa y, por lo tanto, pertenece a su país. En un acto de 2015 dirigido a consolidar esa postura, y que desató un escándalo, el entonces gobernador de Sebastopol, Sergey Menyailo, nombró al sacerdote ortodoxo Sergy Khalyuta como director de la reserva de Quersoneso, con el argumento de que era necesario desarrollar la función religiosa del sitio. La administración ucraniana sostiene que hubo edificaciones agresivas en las ruinas a partir de que Rusia impidiera el acceso del monitoreo internacional.
2 / Catedral Santa Sofía y monasterio cristiano ortodoxo en Kiev
Las bombas caen alrededor del corazón espiritual de la región
La Catedral de Santa Sofía y el Monasterio de las Cuevas son dos santuarios del culto cristiano ortodoxo que predomina en la región. Proyectada para rivalizar con Santa Sofía de Constantinopla (hoy Estambul, Turquía), la Unesco presenta a la catedral medieval como el símbolo de la “Nueva Constantinopla” que debía ser Kiev, capital del principado del mismo nombre creado en el siglo XI a partir del bautismo de San Vladimir en el año 988. Por su parte el monasterio de Kievo-Petchersk (Monasterio de las Cuevas) contribuyó de un modo crítico a la propagación de la fe y del pensamiento ortodoxos en Europa del Este entre los siglos XVII y XIX: se trata de una serie de templos superficiales y subterráneos dispuestos en función de un patrón laberíntico. Estos edificios, que son únicos por su valor artístico, arquitectónico, histórico, cultural y religioso, ingresaron a la lista del Patrimonio Mundial en 1990.
Las cúpulas de oro exquisitamente decoradas sobresalen en el paisaje de Kiev: su preservación es una de las preocupaciones centrales del Gobierno del presidente Volodimir Zelenski, en especial luego de que la capital comenzara a recibir un bombardeo sistemático por parte del Ejército ruso. En los días posteriores al inicio de la invasión, el ministro de Cultura y de Política de Información, Oleksandr Tkachenko, envió una nota a la Unesco para que ese organismo impida la destrucción de Santa Sofía y los monumentos anexos. Según Tkachenko, el sitio es un objetivo de guerra por alojar diez siglos de la memoria nacional, que, además, comparte vecindario con la sede del Servicio de Seguridad de Ucrania.
3 / Lviv, la urbe más occidental y rebelde
Los ataques rompen el mito de la “ciudad intocable”
Fundada a finales de la Edad Media, la ciudad de Lviv (o Lvov) llegó a ser un relevante centro administrativo, religioso y comercial, y se las arregló para mantener el protagonismo en los siglos posteriores. La Unesco consigna que, hasta la guerra, esta había preservado prácticamente intacta su topografía urbana original, y, en particular, la huella de las diferentes comunidades (árabes, judíos, católicos, armenios y cristianos ortodoxos) que la habían habitado y magníficos edificios del período barroco. El patrimonio arquitectónico y artístico sobreviviente (plasmado en el castillo, el centro histórico y la colina de San Yuri) refleja una síntesis de las tradiciones de Europa del Este influenciadas por las de Italia y Alemania. En 1989 y tras la caída del Muro de Berlín, Lviv se erigió en un polo de manifestaciones en favor de la independencia de Ucrania. Esta ciudad encantadora y célebre por su rebeldía ingresó a la lista del Patrimonio Mundial en 1998.
Por su proximidad con Polonia, donde la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) mantiene tropas movilizadas, y su impronta occidental, Lviv era considerada un refugio seguro durante la invasión rusa hasta el punto de que un número significativo de ucranianos de las regiones más castigadas se habían instalado temporalmente allí. Pero esa idea de “ciudad intocable” cedió a partir de finales del mes pasado, cuando los misiles comenzaron a impactarla, en lo que se consideró una suerte de provocación para la OTAN. Distintos reportes indican que las explosiones por ahora no dañaron las zonas incluidas en el Patrimonio Mundial. En la entrañable plaza Rynok, las estatuas fueron recubiertas con material ignífugo para protegerlas ante un eventual incendio.
4 / Residencia universitaria en Chernivtsi
El centro inspirado en La Alhambra revive el drama de la Segunda Guerra Mundial
La Residencia de los metropolitanos de Bucovina y Dalmacia representa, según la Unesco, una magistral sinergia de estilos concebida por el arquitecto checo Josef Hlavka entre 1864 y 1882, quien coadyuvó de un modo decisivo a la fama de Chernivtisi, la “Viena ucraniana”. El sitio ubicado en la ciudad del sudoeste del país incluye un seminario, un monasterio, un jardín y un parque con reminiscencias a La Alhambra, el majestuoso complejo morisco de Granada (España). La iglesia ortodoxa de la Residencia presenta una planta cruciforme coronada por una cúpula y encarna la presencia poderosa de este culto durante el dominio de la Casa de Habsburgo, gracias a la política de tolerancia religiosa del imperio austrohúngaro. La Residencia, que forma parte de la Universidad de Chernivtsi, ingresó al Patrimonio Mundial en 2011.
Durante la Segunda Guerra Mundial, época en la que aún funcionaba como centro de enseñanza de Teología, el monumento sufrió daños significativos. El fuego y los saqueos deterioraron la riqueza del complejo, que fue objeto de una reconstrucción minuciosa en el período de la Unión Soviética antes de pasar a la órbita administrativa universitaria. La situación geográfica de Chernivtsi, enclave próximo a la frontera con Moldavia y Rumania, no salvó a la ciudad de los bombardeos de Putin, una violencia que evoca los tiempos de la ofensiva alemana comandada por el líder nazi Adolf Hitler. En medio de los ataques, la Universidad se erigió en un actor clave para la ayuda humanitaria a los desplazados y víctimas de la guerra.
5 / Iglesias de madera en los Montes Cárpatos
Crujen los templos construidos para expandir la fe en la montaña
Las “Tserkvas” constituyen un sistema de templos cristianos ortodoxos y católicos griegos instalados en los Montes Cárpatos con el fin de propagar el culto y permitir su práctica en las zonas más agrestes de Ucrania. Se trata de construcciones de madera con base de piedra erigidos entre los siglos XVI y XIX, que la Unesco considera representativos de la capacidad de combinar elementos religiosos clásicos con aspectos de la cultura local. La “Tserkva” típica presenta cúpulas; un iconostasis (mampara con imágenes sagradas pintadas, que lleva tres puertas, una mayor en el centro y otra más pequeña a cada lado, y aísla el presbiterio y su altar del resto de la iglesia); decoración interior policromática y un campanario. En 2013, la Unesco sumó 16 iglesias de este tipo emplazadas en Ucrania y Polonia a la lista del Patrimonio Mundial de la humanidad.
Por su fragilidad intrínseca, los templos están expuestos a la destrucción total. Los incendios que provocan las bombas y cohetes ya demostraron su capacidad para devorar las edificaciones de madera. Al cumplirse un mes del inicio de la guerra, las autoridades ucranianas informaron que 59 espacios espirituales habían sido dañados parcialmente o arruinados. Entre los lugares religiosos afectados por la conflagración rusa hay una iglesia ortodoxa de madera del siglo XIX situada en la villa de Viazivka, en la región de Zhytomyr, que es un monumento arquitectónico de importancia nacional. El Gobierno de Zelenski anunció que también ardieron templos y capillas del mismo estilo en Sievierodonetsk, Mariupol, Kharkiv y otras localidades.